En mi humilde opinión estamos ante toda una nueva burbuja (con permiso de la perenne inmobiliaria): el marketing con influencers, esa tipología de estrategia amplificadora de ventas que no deja de generar controversias, como por ejemplo:
· Publicaciones escandalosamente pagadas como la colaboración de 2016 entre Selena Gómez y Coca-Cola por la que la cantante llegó a embolsarse más de 500.000$ por un post en su perfil de Instagram.
· Recomendaciones interesadas por dinero animando a comprar un producto que realmente no te gusta como el viral caso de Marta Pombo con FoodSpring en febrero de 2020.
Pese a todas las "chistorietas" que se dan, cada vez más empresas se lanzan a colaborar con personas relevantes en las redes sociales tanto a nivel macro como micro. En mis conferencias y clases siempre hablo de lo importante que es hacer un buen cribado del perfil con el que quieres realizar la colaboración, teniendo muy en cuenta qué tipo de campaña o acción vas a realizar.
Es importante tanto para ajustar la inversión que vas a realizar como para calcular el retorno que te va dar en forma de incremento de ventas.
El sector de la hostelería, tan castigado en estos momentos por la crisis sanitaria que estamos viviendo, es uno de los que más firmemente está apostando por este tipo de colaboraciones y, por ello, me animo a escribir este post.
A principios de este año he tenido una experiencia personal bastante negativa con un restaurante de la provincia de Alicante -no diré el nombre porque no tiene sentido que este post se convierta en mala prensa para el mismo-.
Si no lo sabéis, vaya por delante que en Alicante se come extraordinariamente bien y no sólo arroz. La gastronomía en esta zona es muy rica y variada, con propuestas muy recomendables y apetecibles. El caso es que en diciembre de 2020 me contactaron para colaborar y finalmente me decidí a aceptar la invitación tras ver el tipo de cocina que hacían en su restaurante. Aquí tenéis los pantallazos de la conversación previa a mi visita:
Como había empezado con un proyecto personal centrado en la ciudad de Alicante aproveché para comentarles que si les parecía bien, el contenido lo compartiría tanto en mi perfil personal @roberaloal como en el de @alicante_is_in.
Al llegar, todo fue bastante atropellado y tampoco vi que tuviesen un enfoque claro.
Al empezar a hablar con la dueña del local me di cuenta de que la acción estaba gestionada a través de una agencia de marketing y que no había mucho mimo por parte de ésta en la estrategia para conseguir los objetivos del restaurante. No obstante, seguí adelante con la colaboración y me decidí a hacer una historia en mi cuenta de Instagram del primer plato que nos dieron de comer (el tercero del listado que podéis ver en la conversación anterior; los dos primeros no llegaron a salir nunca).
Al rato de subir esa historia, recibo un mensaje para que suba a mi muro una publicación sobre la "experiencia gastronómica" y cautamente (pienso que fue por el hambre que tenía) decido no hacerlo y recapacitar tranquilamente si hacerlo o no.
Sinceramente fue una muy mala experiencia tanto por los tiempos de espera, como por el trato y el escaso menú degustación para dos personas que nos sirvieron.
Con todo ello, al día siguiente me decido a escribirles y, humildemente, darles mi más sincera opinión:
Imagino que todo se quedó en eso, en un simple "VISTO" para la agencia que les lleva la cuenta de Instagram, y para el restaurante en algo que no ocurrió porque seguramente ni les han hecho llegar la conversación.
Para mí se ha quedado en la satisfacción de seguir fiel a lo que pienso y que no todo vale. Las empresas y los profesionales que nos dedicamos al marketing tenemos que ser honestos y responsables con lo que gestionamos.
Sí tengo que decir que no pude hacer otra cosa que contestar de manera franca a l@s seguidores que me preguntaron por privado sobre cómo había sido la experiencia.
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